En las Escrituras resulta evidente que los documentos bíblicos fueron escritos para ser leídos en voz alta, con frecuencia durante la adoración pública (vea Nehemías 8; Lucas 4:16-20; 1 Timoteo 4:13; Apocalipsis 1:3). En la actualidad sigue siendo mayor el número de personas que escuchará la lectura de la Biblia en el templo que aquellos que la leerán por sí mismos. Por lo tanto, una traducción debe comunicar con claridad y fuerza cuando se lea en público. La claridad fue una meta primordial para los traductores de la NTV, no solo para facilitar la lectura y la comprensión en privado, sino también para garantizar un resultado excelente en la lectura pública y un impacto inmediato y poderoso en cualquier oyente.